31 diciembre 2012

DETROIT: No hay manera de encoger una ciudad by David Alandete

De megalópolis a jungla semiurbana, desde sus días de gloria automovilística, la ciudad de Detroit ha perdido el 63% de su población.

El espacio geográfico sigue siendo el mismo: 359 kilómetros cuadrados que corren una suerte desigual. En algunos puntos, la naturaleza reclama lo que es suyo, y reforesta, salvaje, manzanas enteras. Hay en Detroit 800.000 estructuras vacías, la mayoría en estado ruinoso. Los esfuerzos de recuperación, privados y públicos, se concentran en algunas áreas reducidas, que se hacen atractivas para los residentes, afeando aún más los barrios depauperados. No hay un plan maestro. En la historia del urbanismo, mucho se ha escrito de ampliar centros urbanos, pero poco hay sobre el fenómeno del encogimiento de ciudades.

Es una historia común en el Medio Oeste norteamericano, zona de fríos inviernos donde lo que en su día atrajo a los pobladores fue el auge de la industrialización. Así se expandieron Cincinnati, Cleveland y Pittsburgh. Del mismo modo cayeron después de la Segunda Guerra Mundial y la década de los cincuenta. Menos fábricas y menos oportunidades de trabajo conllevaron menos población. En Detroit, muchos empleados de las factorías de coches emigraron a acaudaladas localidades en las afueras. Se produjo, además, un éxodo blanco después de los disturbios negros de 1967, para cuya contención el presidente Lyndon B. Johnson llegó a movilizar al Ejército.

“En la reducción de ciudades no hay modelos exitosos en EE UU, en parte porque hemos sido muy lentos a la hora de admitir este desafío, y en parte porque un cambio sustancial llevará mucho tiempo en culminarse”, explica Shetty Sujata, profesora en el Departamento de Geografía y Planificación de la Universidad de Toledo, en el Estado de Ohio. “Siempre se habla de ofrecer incentivos a los ciudadanos para que se muden de áreas menos pobladas de una ciudad, a otras zonas con más densidad de habitantes, para ahorrar en los gastos de servicios municipales”. Esos intentos, sin embargo, han resultado por lo general fallidos. Los ciudadanos que quedan suelen resistirse a mudarse. Y la ley suele estar de su lado.

En el pasado medio siglo no ha habido fondo que Detroit pudiera tocar. En el último censo, de 2010, se descubrió que la urbe había perdido aun otro 25% de la población en una sola década. No hay comparación posible en toda Norteamérica a esa despoblación, más allá de las masivas evacuaciones de ciudadanos en Nueva Orleans tras el paso del huracán Katrina. En el censo estadounidense de 1950, la ciudad contaba con 1,89 millones de habitantes. Según el de 2010, residen entre sus límites municipales 706.585 personas.

“El descenso de la población en una ciudad presenta muchos desafíos”, explica Justin Hollander, profesor de Políticas Urbanas y Medioambientales de la Universidad de Tufts. “Cuando una ciudad deja de crecer, se generan graves problemas. El aparato gubernamental deja de estar equipado, no puede prestar servicios, porque la base de aquellos que pagan impuestos se reduce notablemente. La ciudad se convierte en un lugar menos apetecible para vivir”.

Detroit es la segunda ciudad más violenta de EE UU, con 21,4 crímenes por cada 1.000 habitantes en 2011, según el FBI. La más violenta no se halla muy lejos: es Flint, a 110 kilómetros, también en Michigan. El desempleo es oficialmente del 18,1% (aunque las autoridades locales admiten que esa cifra está desinflada y que el índice real de paro alcanza el 50%) y un 36,2% de los residentes viven por debajo del nivel de la pobreza. Un 47% de la ciudadanía es, además, analfabeta.

“Los que se quedan en Detroit lo hacen porque no tienen más remedio que permanecer, gente con pocos recursos”, añade Hollander. “Y precisamente son la gente que más depende de unos servicios públicos que la ciudad ya no puede ofrecer. Si no tienen coche, necesitan el transporte público. Si no tienen empleo, pueden depender de subsidios públicos. Si no tienen seguro médico, buscan cobertura básica del Estado. Y cada vez, la ciudad puede ofrecer menos y menos servicios”.

El abandono de hogares es una lacra en la ciudad. Hay quienes venden sus casas por precios simbólicos. Un simbólico dólar es un precio a veces común en determinadas zonas, las más depauperadas. Las familias quieren marcharse sin mirar atrás. Desde luego, hay zonas en las que se concentra la mayoría de nuevos residentes, oasis acaudalados de corte neoyorquino, repletas de modernos lofts, como Midtown. Aun así, el stock vacío en el resto de áreas lastra las ventas medias. Según la inmobiliaria Realcomp, el precio medio de una vivienda en Detroit es de 9.000 dólares (7.000 euros).

“La despoblación también conlleva problemas sociales”, explica Brent Ryan, profesor en el Massachusetts Institute of Technology, y autor del libro Diseño después del declive: cómo América reconstruye las ciudades que se encogen. “En Detroit ha habido un incremento notable de los incendios provocados. Aumenta la criminalidad. Hay más venta de droga. Los vecindarios se convierten en inseguros. Las autoridades no pueden hacer nada. Los residentes que quedan deciden que no es seguro quedarse allí. Y acaban emigrando a los suburbios o a otros lados, ya que en EE UU los centros urbanos no tienen la misma importancia social que en Europa”.

¿Qué ciudad puede clamar como una victoria que en la llamada Noche del Diablo de este año, la de antes de Halloween, el 30 de noviembre, solo se registraran 93 incendios? La misma que en 2007 vio 147 incendios. En 1984 fueron más de 800. Hay quienes queman por pasar el rato, vandalismo supremo. Otros inician fuegos accidentales, mientras saquean las casas con sopletes, buscando cobre y metal para venderlos como chatarra.

Hay en Detroit 46 estaciones de bomberos, con un total de 881 efectivos y 248 médicos. Las arcas públicas no dan para más, y el alcalde, Dave Bing, anunció en verano el despido de 164 personas, por falta de medios. Al final los salvó un programa de ayudas federales. La media de incendios en Detroit es de 30 al día. Los Ángeles, que tiene cuatro millones de habitantes, no suele registrar más de 11. El Gobierno local de Detroit ha colocado carteles en las casas abandonadas, dos grandes ojos bajo el lema “este edificio está siendo vigilado”. El resultado: las casas abandonadas miran fijamente al transeúnte, con un efecto siniestro. Es, también, un reclamo involuntario para turistas.

Mucho se ha fotografiado últimamente la decadencia de Detroit. A algunos vecinos no les gusta. Tildan la práctica de tomar fotos de las ruinas de pornografía. Hay algo de voyerismo en la fascinación por la decadencia de los formidables edificios de Detroit. Es un turismo en sí mismo. Las ruinas aparecen ya hasta en las guías: la Estación Central de Michigan, la Planta Automotriz Packard, el Edificio Metropolitan. Entrar en ellos, para fotografiar su letárgico derrumbe, es una experiencia abrumadora, como visitar una Acrópolis.

Precisamente esa es la sensación que tuvo el fotógrafo, escritor y documentalista de origen chileno Camilo José Vergara, que en las pasadas dos décadas ha viajado frecuentemente a Detroit. En 1995 publicó un libro, El nuevo gueto americano, con una idea revolucionaria y polémica: “Propongo que, como un tónico para nuestra imaginación, como una llamada a la renovación, como un lugar dentro de nuestra memoria nacional, una docena de manzanas de rascacielos de la era anterior a la Gran Depresión se estabilice y se mantenga como ruinas. Una Acrópolis Americana”.

Pocos le escucharon. A los vecinos de Detroit, claro, les interesaba más mirar al futuro que pensar que vivían en una Acrópolis. Lo que hoy visitan los turistas en Detroit es una pálida sombra de aquel posapocalíptico escenario de los años noventa del pasado siglo. Los grandes almacenes Hudson’s se demolieron en 1998. Lo mismo sucedió en 2005 con el grandioso hotel Detroit Statler. “Ver aquello era una experiencia única. Eran edificios sublimes, de una gran belleza. Después de Nueva York y Chicago, los grandes arquitectos iban a Detroit”, explica hoy Vergara. “Eran de materiales de calidad, de un excelente diseño. Conformaban unas ruinas muy hermosas”.

Vergara, residente en Nueva York, es un meticuloso cronista de la decadencia de Detroit. Algunas de sus fotografías se exhiben ahora en el Museo Nacional de Arquitectura de Washington, bajo la rúbrica Detroit is no dry bones (Detroit no es hueso desnudo). “Ahora vemos una nueva generación de jóvenes que ve en Detroit un sitio libre, donde pueden hacer cosas que no se pueden hacer en Nueva York u otras capitales”, explica. “Muchos tienen la sensación de que pueden crear más libremente. ¿Hacer una pintada en la calle? Es poco probable que eso traiga problemas con la policía allí. Para ellos es un lugar ideal para crear”.

¿Puede el arte redimir a las ciudades que se encogen? El Proyecto Heidelberg es prueba de ello. El vecindario afroamericano de McDougall-Hunt es ya más rural que urbano. La yedra devora casas enteras. Las construcciones decrépitas dan paso a lo que a todas luces parecen praderas. Cuesta creer que se está a tres kilómetros de la sede mundial de General Motors. Y de repente, un estallido de color. Lienzos se alzan como tumbas al aire libre. Casas enteras han sido pintadas con formas abstractas. Muñecos decoran las farolas. Es un sueño entre vanguardista y naif.

Heidelberg es la protesta espontánea del artista Tyree Guyton, natural de Detroit. Creció en esa misma zona, antes de servir en Vietnam. Al regresar, vio que su ciudad quedaba arrasada por una guerra distinta, la de la despoblación. Comenzó pintando topos de colores en casas abandonadas. Luego erigió totems. Esculpió taxis con madera. Empleó casi todo lo que estaba a su alcance para convertir la decrepitud en arte. No siempre obró con libertad. Dos alcaldes ordenaron que se demoliera parte de su proyecto. Él siguió creando, y desde hace ya años se le deja en libertad. Su obra también aparece ya en las guías. Es Detroit oficial, como lo son las ruinas de la que fue gran capital de la industria automovilística.

11 diciembre 2012

EL SUPERMERCADO

"Dentro de estos espacios (comerciales) los productos pierden su nombre y no se pueden reconocer si no es con una máquina de abstracción contable que lee el código de barras que portan inscrito. Y lo mismo que le sucede al producto le sucede al propio consumidor, que al penetrar el umbral del supermercado pierde enteramente su personalidad : la compra ya no es un ejemplo de relaciones interpersonales entre seres humanos sino de relaciones impersonales entre flujos que quedan registrados en un ticket

José Luis Pardo.

MANIFIESTO DEL TERRITORIANTE

Los territoriantes constituyen poblaciones metropolitanas que , gracias al cambio de escala de los transportes y de las telecomunicaciones pueden desarrollar diferentes  actividades en puntos diversos del territorio de forma cotidiana.

1- El territoriante no es sólo el habitante o residente de un lugar; también es usuario de otros lugares, visitante -intensivo o extensivo - de otros lugares.
2- El territoriante establece su relación on el espacio metropolitano a partir de un criterio de movilidad - los lugares donde desarrolla actividades-, más que a partir de un criterio de densidad - el lugar que estadísticamente lo fija al espacio según dónde se localice su residencia principal.
3- El territoriante es habitante de geográfias variables en ciudades con geometría variable.
4- El territoriante es territoriante entre lugares más que habitante de un lugar.
5- El territoriante es el prototipo de habitante de la ciudad postindustrial.


Urbanalización: paisajes comunes, lugares globales por Francesc Muñoz

VISIBILIDAD

PAUL VIRILIO: LA SOBREEXPOSICIÓN A LAS REDES CONFIGURA UNA CIUDAD CONTINUAMENTE EXPUESTA A LA LUZ Y, POR TANTO, CONTINUAMENTE VISIBLE."

23 octubre 2012

10 CLAVES PARA MEJORAR EL ESPACIO PÚBLICO


INTERESANTE ARTICULO PUBLICADO EN PLATAFORMA URBANA:

Union Square en New York, EE.UU. Vía Wikimedia.
Cada día los ciudadanos de distintas partes del mundo manifiestan su preocupación por el devenir de sus ciudades. Los espacios públicos, como calles, parques y plazas se han vuelto lugares fundamentales para que una ciudad sea exitosa, ya que en ellos se generan distintas posibilidades de desarrollo económico y social, las que son cada vez más valoradas por sus habitantes.
Sin embargo, la construcción y mantención de los espacios públicos por parte de los gobiernos locales, aún es un tema que no se aborda de manera correcta en muchas ciudades, en las cuales no existen numerosos espacios públicos bien planificados y con una alta participación ciudadana durante el proceso de diseño.
Tomando estas deficiencias como desafíos, la organización Project for Public Spaces (PPS) lanzó hace un par de semanas “Placemaking and the Future of Cities”, el borrador de una próxima publicación que, a través de diez útiles consejos, busca mejorar ciertos aspectos económicos, sociales y ambientales de las ciudades mediante una rehabilitación de los espacios públicos ya existentes. En este sentido, la publicación servirá como una verdadera guía para los gobiernos locales que decidan buscar el éxito urbano a través de un robustecimiento de los espacios públicos.
A continuación podrás conocer los 10 consejos de PPS para mejorar los espacios públicos de las ciudades.
Rue Mouffetard, Paris. © Wally Gobetz; vía flickr.
1. Convertir las calles en paseos peatonales.
Cuando hablamos de espacios públicos, el primer lugar que asociamos a esta categoría son las calles. En ellas, la relación entre automovilistas, ciclistas y peatones no siempre es la mejor por la falta de superficie disponible. Por esto, PPS postula que no sólo las principales calles de los núcleos urbanos más transitados se deben convertir en paseos peatonales, sino que se deben habilitar vías aledañas para lograr un equilibrio en el desplazamiento, ya que actualmente un los paseos peatonales se conectan o terminan en calles con automóviles. Si más calles se convirtieran en paseos peatonales, los habitantes se relacionarían entre sí y con las actividades cotidianas de la ciudad, mejorando en ella la cohesión social.
Bryant Park en Nueva York, EE.UU. © Lambert Wolterbeek; vía flickr.
2. Crear parques y plazas públicas como destinos con múltiples funciones
Las áreas verdes de distintas ciudades del mundo son lugares atractivos cuando en ellas se desarrollan actividades orientadas a distintos tipos de asistentes. Para configurar una agenda de actividades, PPS sostiene que su elaboración se debe realizar de un modo colectivo, para convertir cada visita a los parques y plazas en una “experiencia pública compartida”.
Mercado Carmel en Tel Aviv, Israel.
3. Construir economías locales a través de mercados urbanos
Si consideramos que muchas ciudades se originaron en torno a los mercados, entendiéndolos como un punto de encuentro e intercambio de bienes, es imposible que las grandes ciudades no cuenten con estos lugares. En algunas ciudades de Norteamérica, la presencia y generación de mercados ha sido en menor escala por la alta cantidad de supermercados. No obstante, los mercados urbanos han renacido en Europa principalmente, porque se presentan como alternativas viables que ayudan a preservar las tierras de cultivo, estimulan la economía local y revitalizan los barrios aledaños. Además, en sus pasajes se relacionan personas de todos los segmentos sociales, puesto que sirven como una oportunidad económica y laboral para las personas de menores ingresos.
París, Francia.
4. Diseñar edificios que sirvan como redes de conexión entre distintos barrios.
En todo el mundo, la urbanización se ha desarrollado en los últimos años en una escala sin precedentes, lo que ha otorgado nuevas connotaciones al rol que juegan las edificaciones en la conformación de la esfera pública. Si tenemos en cuenta que dicha esfera comprende la visibilidad de los edificios  y la interacción que ejercen al nivel de  la calle, lo ideal es que los inmuebles se construyan en relación a la escala que se maneja en el lugar donde se van a emplazar.
Si lo anterior se cumple, se pueden gestar nuevos barrios en torno a los edificios, generarando múltiples actividades orientadas a potenciar la vida cívica y a regenerar estos espacios que muchas veces no son utilizados, porque no tienen buenos accesos ni lugares de tránsito.
Bicycle Parking en Seúl, Corea del Sur. © Bicycle parking; vía flickr.
5. Vincular la agenda de salud pública con los programas de espacios públicos.
Según PPS, los espacios públicos deberían ser reconocidos por sus contribuciones a la salud, ya que los mercados ofrecen alimentos frescos y saludables; las calles permiten que los peatones recorran la ciudad a pie o en bicicleta y los parques reducen el estrés. Si tenemos en cuenta estas contribuciones gratuitas, no es ilógico pensar que en ellos se podrían instalar centros de salud que actúen como centros comunitarios y que brinden servicios de salud y educación.
Curso de Sostenibilidad, Toronto. © Natural Step Online; vía flickr.
6. Reinventar las organizaciones ciudadanas
Al momento de planificar ciertos sectores de las ciudades, es vital tener en cuenta las aspiraciones de quienes van a ser parte de ellas, es decir, de los ciudadanos. Por esto, es necesario empoderar a los miembros de las organizaciones civiles enseñándoles la importancia histórica de los lugares que habitan, las funciones que deberían cumplir para satisfacer ciertas necesidades y cómo reconocer cuando un lugar es atractivo para las personas. Con esto, se generaría un sentido de pertenencia en los miembros de las organizaciones, quienes contarían con nuevas motivaciones para presentar sus propuestas a las instituciones gubernamentales involucradas, quienes los verían como un actor social relevante.
Cabe mencionar que los espacios públicos deben tener la capacidad de evolucionar en el tiempo, teniendo presentes las aspiraciones de la comunidad, para que se transforme en un gran destino.
Central Park, New York.
7. El poder de los “10″
Este principio considera que si un espacio público reúne 10 características que logren atraer a un gran número de visitantes, este se puede convertir en un “gran lugar”. Luego, para hacer que un barrio sea interesante, debe contar con 10 lugares atractivos. Por último, para que una gran ciudad sea considerada como tal, debe tener 10 excelentes barrios. Si todos estos espacios públicos se pueden construir o regenerar, las personas podrán contar con un “gran lugar” a poca distancia de sus hogares.
Heidelberg, Alemania.
8. Crear un programa integral para espacios públicos
Un programa abocado a desarrollar espacios públicos debe comprender una evaluación previa que identifique los aspectos con mayor y menor rendimiento según los visitantes. Posteriormente, los encargados locales deben crear estrategias para reforzar las áreas bien evaluadas y perfeccionar las deficientes, con el objetivo de alcanzar una gestión optima de los recursos de los espacios públicos y de estos lugares. El programa debe estar vinculado a nuevos proyectos de desarrollo para conservar y mejorar los entornos públicos, considerando aspectos cívicos que en ellos se puedan desarrollar y que se integren de forma integral al parque.
West Philly Parklet. © Philly Bike Coalition; vía flickr.
9. “Más ligero, más barato, más rápido”: Empezar de a poco y experimentar
Un pequeño café, asientos, senderos y eventos comunitarios son ejemplos de sencillas implementaciones que generan gran aceptación, en el corto plazo, entre los visitantes de parques públicos. Para crear nuevas ideas como estas, en algunas ciudades se han implementado los proyectos urbanos denominados “Más ligero, más barato y más rápido”, los que permiten que la comunidad envíe propuestas a las autoridades locales, para otorgarle nuevos usos y funciones a las áreas verdes. Para evitar pérdidas económicas, cada idea se promueve en el lugar donde sería emplazada, para detectar el interés que genera en las personas.
Copenhague, Dinamarca.
10.  Reestructurar el Gobierno para ayudar los espacios públicos.
Como los gobiernos locales tienen distintas oficinas administrativas que se encargan de áreas tan distintas entre sí, como el tránsito, los parques y las plazas, y las organizaciones sociales; PPS detectó que no existe un área especializada en gestionar las zonas entre los espacios públicos mencionados. Por ende, las propuestas ciudadanas que reflejan los valores, las costumbres y necesidades de una comunidad, no son consideradas por las autoridades, porque no existe una oficina encargada de gestionar estos proyectos. Además, si se considera que en la mayoría de los casos se privilegian las propuestas de privados, lo que le quita el carácter público a los parques y plazas, el accionar estatal quedará relegado a un segundo plano.
Para evitar que esto siga ocurriendo, PPS recomienda reestructurar los gobiernos locales para eliminar las trabas burocráticas y trabajar en torno a propuestas ciudadanas que pueden ser financiadas por el Estado y actores privados, pero no únicamente por este último sector. Con esto, se podrían lograr cambios efectivos en el corto plazo y, a cada lugar, se le agregaría un valor y potencial futuro.
Si quieres obtener el borrador completo de “Placemaking and the Future of Cities”, lo puedes descargar en este link.

15 agosto 2012

Sweet Spain - Viva España el video

Muy buen Video realizado con Stop Motion, tomando como base Madrid y Sevilla, y reclutando aquellos topicazos típicos de nuestro pais. Sol, Fiesta, Plazas, Toros,Gente, Turismo. todo ello mezclado al son de una buena pieza musical y encuadrado en un desenfoque que hace perder la percepción del tamaño.


Sweet Spain el video

CARTOGRAFIA: ESPAÑA EN LLAMAS

CIVIO la plataforma, ha creado esta interesante web que recoje los datos de los incendios en España y los registra de un modo visual creando fascinantes cartografias.

28 julio 2012

LA CARTOGRAFÍA COMO UNA EXPRESIÓN ARTÍSTICA DE LA REALIDAD

fuente: La Gaceta

Metrópolis - Arte urbano 1

Primero de dos programas en los que exploramos el nuevo arte urbano, heredero del grafiti y el arte de acción, anárquico, poético y combativo, es el arte que se expresa en las calles adoptando un sinfín de formas y filosofías. Metrópolis dedica dos programas al Arte Urbano. En este primer capítulo, Javier Abarca, profesor de Arte Urbano en la Universidad Complutense y responsable de la plataforma teórica Urbanario.es nos aclara algunos conceptos básicos para entender esta práctica, mientras exploramos la obra de: Suso33, SpY, Alexander Vasmouslakis & Paris Koutsikos, Sepeusz & Chazme, Reskate, El Niño de las Pinturas, Popay, Mr.Trazo, dosjotas, Escif, MOMO, Spok, Eltono, NEKO o Rosh.






IMMATERIALS: Light painting WiFi


Este Proyecto Explora las ondas invisibles del Wifi en los Espacios Urbanos mediante la el uso de señales de luz pintadas y el uso de fotografias de larga exposición




Immaterials: Light painting WiFi from Timo on Vimeo.



+ Fotos:
flickr.com/photos/timo/sets/72157626020532597/

25 julio 2012

AUGMENTED CITY de Matsuda

Con el lema Programando la realidad, el encuentro Fractal’12 ha acogido, entre otras, la propuesta visual de Keiichi Matsuda. Este arquitecto, diseñador y realizador que trabaja desde Londres y Tokio se sumergió en la realización audiovisual para comprender mejor sus proyectos arquitectónicos. Fascinado con la tecnología que permite sumar capas intangibles a la realidad cotidiana, Matsuda presentó en Fractal su obra sobre (hiper) realidad aumentada.


Como comenta el artista: “La arquitectura de la ciudad contemporánea ya no se limita al espacio físico de edificios y paisaje. Cada vez se trata más de un espacio sintético creado por la información digital que recopilamos, consumimos y organizamos; una interfaz inmersiva puede constituir una parte tan importante del mundo que habitamos como los edificios que nos rodean”.
Hace unos años todavía podía oírse hablar de realidad virtual. La imagen de la persona con casco y guantes recorriendo un espacio inexistente ha quedado no obstante desfasada. Matsuda apuesta por la superposición de capas de realidad que alcanza incluso al entorno doméstico, poblado por objetos cotidianos, pero también por redes sociales, ideas, o cualquier otra manifestación digital expresiva que se tercie.


24 julio 2012

CIUDADES LAB ¿QUE SON?

Los centros tradicionales de investigación e innovación como las Universidades o los departamentos de I+D de las empresas ya no son los únicos espacios de generación de conocimiento. Hoy en día, en muchas ciudades han nacido espacios innovadores no formales, laboratorios ciudadanos que crean y desarrollan proyectos de investigación al margen de los circuitos convencionales. Nos preguntamos como se tienen que ordenar (si es que se tienen que ordenar) estos espacios-laboratorio, si hay que potenciar las ciudades-laboratorio y qué papel juegan la administración pública y el sector privado en la configuración de redes de investigación e innovación ciudadana.  Responden nuestras dudas Ramón Sangüesa, miembro de CoCreating Cultures y professor de la UPC yAntoni Nicolau, director de l’Institut d’Arquitectura Avançada de Catalunya. Sangüesa y Nicolau participaron en el debate I+C+i  “Ciudadanía y acción en la ciudad laboratorio” junto con Inés Garriga, responsable de innovación y creatividad del ICUB y Laura Forlano, profesora de diseño en el Design Institute adscrito al Illinois Institute of Technology de Chicago




02 mayo 2012

THIS SPACE AVAILABLE

En "THIS SPACE AVAILABLE" , el cineasta Gwenaëlle Gobé dice: "¡sí!" Bajo la influencia de la escritura de su padre, Marc Gobe ( Branding emocional ), este nuevo director trae la energía y la urgencia de las historias de personas en todo el mundo que luchan por recuperar sus espacios públicos desde Visual contaminación. De 240 horas de película, entrevistas 160, y las visitas a 11 países en cinco continentes, este espacio disponible traza un fascinante variedad de las luchas contra la publicidad sin control y sugiere que más de la estética que está en juego. 
Si Jacques Attali llamó una vez a la contaminación acústica de un acto de violencia, es la contaminación visual también como un acto? Si consideramos también, como uno de los residentes de Mumbai, dice, "que las clases de la sociedad pueden escribir sus mensajes en la ciudad y que las clases de la sociedad son marginados?" Gobé ofrece un análisis astuto generacional de la contaminación visual, por la que se culpa no sólo con la maquinaria de publicidad, sino también a toda una generación de los Baby Boomers cuyo consumo basado en la cultura les ha implicado en las consecuencias del medio ambiente. Ella sostiene que se trata de su generación que queda por hacer el saneamiento que es ahora líder de la lucha de nuevo. Pero el cineasta también se reconoce la historia y la política detrás de esta lucha. En cuanto a la legislación como la Ley de Embellecimiento de Carreteras de 1965, Gobé muestra cómo la aplicación de esta ley histórica, destinada a regular la publicidad exterior en las carreteras de Estados Unidos, ha ido erosionado. Y hoy, los activistas del espacio público como Jordan Seiler, se enfrenta a duras sanciones para la cobertura de los anuncios al aire libre con el arte - mientras que las autoridades hacen la vista gorda a los ilegalmente construido vallas publicitarias. Sin embargo, la película logra un tono esperanzador. Una entrevista sobresaliente cuenta con Gilberto Kassab, el alcalde popular de Sao Paulo, que lanzó una piedra en el estanque tranquilo de la industria de la valla publicitaria con éxito la prohibición de los medios de comunicación al aire libre en su ciudad - el octavo más grande del mundo. La medida no tiene precedentes: 1980 Houston cartel prohibición fue también una táctica deliberada para mejorar su imagen tambalea, la competitividad económica y la calidad de vida. Al final, este espacio disponible al público a reconocer los desafíos que la estética y la belleza van de la mano con la responsabilidad. Gobé pregunta: "¿Por qué las marcas siguen siendo aliados con una industria que reduce los árboles, los cerdos de la energía, y gasta sus ganancias en los tribunales y grupos de presión legislatura, especialmente cuando los consumidores más jóvenes presionar para mejorar la ciudadanía corporativa?" Y es a todos por igual la culpa de que permite la propagación de la contaminación visual? ¿Y cómo podemos apoyar a las personas humildes que tienen el coraje de mostrar que "es" posible revertirlo? La película navega por estas cuestiones sin la promoción de una solución universal. Gobé lugar entreteje historias que reflejan una diversidad de respuestas locales a una condición cada vez más global. este espacio disponible obliga al público a considerar estas historias mucho tiempo después de la película termina, o por lo menos para recordarlos cada vez que la velocidad a la cartelera.

01 marzo 2012

EL ESPACIO PÚBLICO A DEBATE

Reflexiones sobre nuestras ciudades y nuestra convivencia La Fabrique de la Cité recoge en este vídeo las reflexiones, opiniones y, algunas veces dudas de diversos ciudadanos franceses entorno a esta temática. ¿Qué es un espacio público? ¿Qué influencia tiene en nuestra vida? ¿Quién se encarga de su gestión? ¿La iniciativa privada, debería actuar en su articulación? ¿y nosotros, qué pintamos allí?

Les espaces publics - Publics spaces from La Fabrique de la Cité on Vimeo.

04 febrero 2012

"EL ESPACIO PÚBLICO NO EXISTE" --> ARTICULO DE MANUEL DELGADO

"El espacio público no existe". Artículo publicado en "Barcelona, ciutat mediterrània", abril-junio 2011

EL ESPACIO PÚBLICO NO EXISTE 
Manuel Delgado 

Se escucha y se lee cada día más acerca de lo que se da en llamar “espacio público”. Pero, ¿desde cuándo y para qué empieza a generalizarse esa noción en tanto que elemento inmanente de toda morfología urbana y como destino de todo tipo de intervenciones urbanizadoras, en el doble sentido de basadas en el urbanismo y en la urbanidad? Si se dedicase un poco de tiempo a establecer la genealogía de su sentido actual, se desvelaría en seguida que ese concepto se ha impuesto en las tres últimas décadas como ingrediente fundamental tanto de los discursos políticos relativos a la realización de los principios igualitaristas atribuidos a los sistemas nominalmente democráticos, como de un urbanismo y una arquitectura que, sin desconexión posible con esos presupuestos políticos, trabajan en cualificación y la posterior codificación de los vacios urbanos que preceden o acompañan todo entorno construido, sobre todo si éste aparece resultado de actuaciones de reforma, tematización o revitalización de barrios o de zonas industriales consideradas obsoletas y en proceso de reconversión.

 Como concepto político, espacio público quiere decir esfera de coexistencia pacífica y armoniosa de lo heterogéneo de la sociedad, marco en que se supone que se conforma y se confirma la posibilidad de estar juntos sin que, como escribiera Hannah Arendt –con Habermas y Kosselleck, una de las fuentes teóricas básicas del concepto actualmente en vigor de “espacio público”–, “caigamos unos sobre otros”. Ese espacio público se puede esgrimir como la evidencia de que lo que nos permite hacer sociedad es que nos ponemos de acuerdo en un conjunto de postulados programáticos en el seno de las cuales las diferencias se ven superadas, sin quedar olvidadas ni negadas del todo, sino definidas aparte, en ese otro escenario al que llamamos privado. Ese espacio público se identifica, por tanto, como ámbito de y para el libre acuerdo entre seres autónomos y emancipados que viven en tanto se encuadran en él y viven juntos una experiencia masiva de desafiliación.

 La esfera pública es, entonces, en el lenguaje político, un constructo en el que cada ser humano se ve reconocido como tal en relación y como la relación con otros, con los que se vincula a partir de pactos reflexivos permanentemente reactualizados. Ese espacio es la base institucional misma sobre la que se asienta la posibilidad de una racionalización democrática de la política, de acuerdo con el ideal de una sociedad culta formada por personas privadas iguales y libres que establecen entre si un concierto racional, en el sentido de que hacen un uso público de su raciocinio en orden a un control pragmático de la verdad. De ahí la vocación normativa que el concepto de espacio público viene a explicitar como totalidad moral, conformada y determinada por ese “deber ser” en torno al cual se articulan todo tipo de prácticas sociales y políticas que exigen de ese marco deje de ser meramente categorial y devenga también un escenario en que desplegarse y existir. Ese proscenio en que el espacio público abstracto se haga “carne entre nosotros” no puede ser sino la calle, la plaza y todos aquellos lugares en que se encuentran seres que siendo con frecuencia desiguales, deben aprender a comportarse en todo momento como si fueran tan solo diferentes. Ahí fuera, en ese lugar de encuentro generalizado, es donde el Estado debe lograr desmentir, aunque sea momentáneamente, la naturaleza asimétrica de las relaciones sociales que administra y a las que sirve y escenificar el sueño imposible de un consenso equitativo en el que llevar a cabo su función integradora y de mediación.

 El objetivo de convertir en realidad ese espacio público místico es lo que hace que cualquier apropiación considerada inapropiada de la calle o de la plaza sean rápidamente neutralizadas, por la vía de la violencia si es preciso, pero sobre todo por una deshabilitación y luego una expulsión de quienes osen desacatar o desmentir la utopía, por lo demás imposible, de una autogestión basada en el consenso civil y la “buena convivencia ciudadana”. Esto afecta de lleno a la relación entre el urbanismo y los urbanizados, puesto que lo que se da en llamar urbanidad –sistema de buenas prácticas cívicas– viene a ser la dimensión conductual adecuada al urbanismo, entendido a su vez como lo que está siendo en realidad hoy: mera requisa de la ciudad, sometimiento de ésta, por medio tanto del planeamiento como de su gestión política, a los intereses en materia territorial de las minorías dominantes.

 A ese espacio público materializado se le asigna la tarea estratégica de ser el lugar en que los sistemas nominalmente democráticos ven o deberían ver confirmada su verdad igualitaria, el terreno en que se ejercen los derechos de expresión y reunión como formas de control sobre los poderes y desde el que esos poderes pueden ser cuestionados. Lo que antes era tan solo una calle o una plaza son ahora ámbitos accesibles a todos en que se producen ininterrumpidas negociaciones entre seres humanos que han alcanzado el derecho al anonimato y que juegan con los diferentes grados de la aproximación y el distanciamiento, pero siempre sobre la base de la libertad formal y la igualdad de derechos, todo ello en una esfera de la que todos pueden apropiarse, pero que no pueden reclamar como propiedad; marco físico oficial de lo político como campo de encuentro transpersonal y región sometida a leyes que deberían ser garantía para la equidad. En otras palabras: lugar para le mediación entre sociedad y Estado –lo que equivale a decir entre sociabilidad y ciudadanía–, organizado para que en él puedan cobrar vida los principios democráticos que hacen posible el libre flujo de iniciativas, juicios e ideas.

Pero ese espacio público no existe. Es una quimera, una leyenda, algo de lo que se habla o escribe, incluso que se proclama administrar, pero que nadie ha visto ni verá, al menos en una sociedad capitalista. Los lugares pretendidos como del encuentro amable y cooperativo entre iguales raras veces ven soslayado el lugar que cada concurrente ocupa en un organigrama social que distribuye e institucionaliza asimetrías de clase, de edad, de género, de etnia, de “raza”. A determinadas personas en teoría beneficiarias del estatuto de plena ciudadanía se les despoja o se les regatea en público la equidad, como consecuencia de todo tipo de estigmas y negativizaciones. A los no-ciudadanos pobres –los llamados “inmigrantes”– se les obliga a ocultarse o a pasarse el tiempo exhibiendo papeles. Lo que se tenía por una vida pública basada en la adecuación entre comportamientos operativos pertinentes y basado en la comunicación generalizada entre seres abstractos –“los ciudadanos”–, se ve una y otra vez desenmascarado como una arena de y para el marcaje de ciertos individuos o colectivos, a quienes su identidad real o atribuida les coloca en un estado de excepción del que el espacio público no les libera en absoluto, puesto que ese lugar lo es para ellos de y para todo tipo de vulnerabilidades y vulneraciones. Es ante esa verdad que el discurso del espacio público invita a cerrar los ojos, hacer como si no existiese, puesto que en la calle y en la plaza sólo caben las pruebas inequívocas del final de una clase media universal y feliz, a solas consigo misma en un mundo sin conflictos y sin miseria.