28 enero 2011

COMPRAR, TIRAR, COMPRAR

Comprar, tirar, comprar





La obsolescencia programada es un concepto que parece fuertemente arraigado en disciplinas como el diseño, cuando sirven a la mecánica del consumismo. En relación a la arquitectura, no es tan clara dicha inclinación, pero me ha hecho pensar en ejemplos como que en Japón las edificaciones tienen una vida útil de 20 años, debido a la gran presión inmobiliaria, producto de la escasez de espacio. Por otro lado, en Chile se ha vuelto muy común la edificación de edificios con pequeños departamentos unipersonales, los cuales los usuarios deben cambiar por otros más amplios, a los pocos años, cuando forman una familia. De hecho, en el documental se apunta como ejemplo del modelo consumista exacerbado a los aquí llamados Mall o centros comerciales. Un modelo que en Chile es ampliamente explotado y que es fuente y conflicto de innumerables políticas urbanas en todas las ciudades de nuestro país. Basta leer sobre los casos de especulación denunciados por organizaciones como Defendamos la Ciudad o de las últimas políticas de reconstrucción que aprovechan la contingencia creada por el último terremoto, para promover la construcción de “shopping centers” donde existía antes un mercado de abarrotes o un hospital. ¿Es viable y sustentable explotar tanto un modelo arquitectónico basado en la dinámica del consumismo, cuando actualmente éste se está poniendo en entredicho? ¿Se trata de una futura arquitectura obsoleta?


En efecto, las críticas se están haciendo más fuertes. El consumismo se ha vuelto el motor del actual sistema económico capitalista. Y si antes se le contraponía el sistema socialista (según las filosofía marxista) ahora se le contraponen visiones críticas fundadas en cosas más tangibles como la ecología, la escasez energética, las crisis económicas, el endeudamiento, etc.

Una de las posibles respuestas al modelo hiper consumista, mencionado en el documental, es el concepto del Decrecimiento. Una interesante definición que da uno de sus pensadores es la llamada “lógica del caracol”:

El caracol construye la delicada arquitectura de su concha añadiendo una tras otra las espiras cada vez más amplias; después cesa bruscamente y comienza a enroscarse esta vez en decrecimiento, ya que una sola espira más daría a la concha una dimensión 16 veces más grande, lo que en lugar de contribuir al bienestar del animal, lo sobrecargaría. Y desde entonces, cualquier aumento de su productividad serviría sólo para paliar las dificultades creadas por esta ampliación de la concha, fuera de los límites fijados por su finalidad. Pasado el punto límite de la ampliación de las espiras, los problemas del sobrecrecimiento se multiplican en progresión geométrica, mientras que la capacidad biológica del caracol sólo puede, en el mejor de los casos, seguir una progresión aritmética.
Ivan Illich.

Ahora bien, no soy urbanista, pero sólo imagina los problemas que surgen de un crecimiento desmedido de una ciudad (sin planificación) que encontramos en modelos de explotación comercial del uso de suelo, bajo las leyes de mercado, propias de ciudades como Santiago. En la actual discusión sobre la expansión urbana como modificación del plan regulador de Santiago, los defensores de la propuesta de ampliación la definen como una solución para variados problemas urbanos. El tema es que no sabemos de una estrategia para enfrentar los problemas del crecimiento mismo. ¿Existe en el urbanismo una estrategia de decrecimiento? ¿Saben los planificadores cual es el límite a partir del cual debemos decrecer?

El consumismo ilimitado no es posible. La existencia de la obsolescencia programada es evidencia del paso forzado de un modelo que ya alcanzó sus límites. El consumismo ilimitado es la base del crecimiento ilimitado como modelo económico y en la ciudad actual el uso de suelo esta siendo entregado a las leyes de mercado, siguiendo los principios del mismo modelo. ¿Acaso el mercado mismo comenzará un proceso de decrecimiento para volver a un equilibrio justo? Si ese decrecimiento implicara la muerte de una ciudad, ¿la suerte de sus habitantes se considerará de justicia? Si ese mercado crea un decrecimiento que resulta en el agotamiento del soporte medioambiental, ¿el equilibrio justo se logrará con migraciones masivas a otros ambientes para repetir nuevamente el mismo modelo?

Recuerdo que muchas veces se ha criticado lo mal que han terminado algunas obras de la clásica arquitectura moderna, puesto que estarían fundadas en utopías que no fueron capaces de adaptarse a los cambios.
Pero, ¿y qué hay de los actuales palacios del consumismo contemporáneo y corporativo? ¿Qué será de las ciudades expandidas producto de la especulación? ¿Se volverán obsoletas frente a una posible debacle económica, producto del agotamiento de un sistema pensado como una utopía de crecimiento infinito?

extracto del blog bitacoraVirtual de Chile ;)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

comenta pues...